martes, 13 de diciembre de 2011

COMO EL SALMÓN

El salmón es un pez que nace en la cabecera de los ríos, lugar en el que las aguas son frescas, limpias y con pulcros fondos de arena y grava. Allí, tras su nacimiento, pasa un largo periodo de tiempo hasta que un día, atendiendo no se sabe a que extraña llamada, inicia el descenso de las aguas que le han visto nacer para adentrarse en las inmensidades oceánicas, donde pasará la mayor parte de su vida, antes de regresar nuevamente al lugar donde vio la luz.
Este comportamiento de regresar al lugar de nacimiento, no solo está presente en los salmones, sino que también lo está en otras muchas especies animales, entre ellas la humana.
Yo me crié indómito, montaraz y bravío en las altas, y a veces impetuosas, aguas del Santísimo, primero, y de la Rivera del Hueznar y el Guanagil, después. Mi infancia fue chapoteo entre sus aguas y saltos ágiles de piedra en piedra para salvarlas. Una infancia de campo y cortijo como en “Los Santos Inocentes”, de pantalones remendados y de botas de “material” mil veces recosidas y ahormadas a base de rozaduras provocadas por miles de pasos entre adelfas, jaras, encinas, porrillas, ovejas, cochinos y señoritos… Me crié en la sierra, en el campo, en la dehesa; habitábamos una casucha de pena rodeada de gallineros, cuadras y cercas con ovejas enfermas llenas de “bicheras”, donde las sempiternas noches se pasaban mirando la lumbre en invierno y en verano las estrellas. Jamás se irán de mi mente esas interminables y oscuras noches invernales donde, al calor de la chimenea y la luz de un candil o un carburo, aprendí las cuatro reglas y a leer y a escribir, bajo la batuta, firme e inflexible, del mejor maestro que jamás he tenido. Sobre este escenario se forjó mi infancia. 

Rivera del Hueznar en la Charca de la Pizarra. El Pedroso

Rio Ara en el valle de Bujaruelo. Pirineo aragonés. Torla

Regajo del Santísimo. La Adelfa. El Pedroso

Río Muniellos. Cangas del Narcea. Asturias
Un día dejé mi río para, como el salmón busca el océano, buscar por la incertidumbre de lo desconocido y de sitio en sitio, de aventura en aventura, de lugar en lugar, un mar que me permitiera formarme, instruirme, ennoblecerme y hacerme persona de provecho lejos de tanta pobreza y sin necesidad de mendigarle un salario al cacique de turno... Sevilla, Galicia, Aragón, Euskadi, Cataluña, Asturias, Castilla, Madrid, etc., fueron formando, junto a otros lugares, parte de mi océano.
Fue entonces cuando vi por primera vez el mar y descubrí sitios en los que se hablaban lenguas distintas a la mía. Me di cuenta que el cerro de los Merinos, el de Dos Hermanas, el de Los Naranjos o La Lima, que hasta entonces habían sido para mi la quintaesencia de la montaña, no eran más que suaves ondulaciones frente a picos como el Poset, el Monte Perdido o el mítico Aneto, auténticos gigantes del vértigo y la roca, permanentemente coronados por las nubes. También descubrí, viendo descender el Garona, el Cinca o el Arazas, lo que realmente eran aguas bravas y lo empequeñecidos que quedaban ante ellos el Santísimo o la Rivera. Conocí otros árboles, otros bosques, otra fauna. Conocí otras personas, otra forma de ver las cosas, otra filosofía, otra forma de vivir.

Umbría del cerro de Dos Hermanas. La Jarosa. El Pedroso

Cresterías del Circo de Pineta. Pirineo aragonés. Bielsa

Cerros de Los Naranjos. La Jarosa. El Pedroso

Artiga de Lin. Pirineo catalan. Valle de Aran

Pero después de mas de cuarenta años por ese mar inmenso al que me aventuré y que me ha enriquecido de forma notable, siento, como nunca he sentido, una llamada interior del monte, de la dehesa, del campo… de mi pueblo. Como el salmón, quiero buscar de nuevo la cabecera de mi rió. Quiero volver a dar los pasos que forjaron mi infancia y recorrer, nuevamente, los rincones que recorrí.
Escuchar el cencerreo de las vacas en La Jarosa, el canto del cárabo en las noches de luna llena o mojarme los pies con el rocío de la mañana, empiezan a ser, cada vez más, elementos vitales para mi propia existencia.
Quiero volver definitivamente a mi pueblo. Espero poder hacerlo algún día.
 
Dehesa en Los Labrados. El Pedroso

Hayedo en la Sierra de Aralar. Navarra

martes, 22 de noviembre de 2011

UN REPIQUE DE CAMPANAS


Detalle del campanario de la torre de El Pedroso

El otro día era Septiembre y amaneció en El Pedroso fresquito y con nubes encapotando el cielo. Un fresquito mañanero que apetecía aprovechar ya que luego, más tarde, cuando “abre”, el calor aprieta y obliga a buscar sombra y refugio. Y para aprovecharlo nada mejor, ni más agradable y relajante, que disfrutar de un rato de lectura en el patio de la casa de mi madre rodeado de macetas y pájaros cantarines revoloteando de rama en rama.... del naranjo al limonero, de este al rosal y nuevamente al naranjo... en un frenético frenesí de idas y venidas, de vuelos y contravuelos, y todo ello enmarcado, al fondo, por el paisaje de la sierra que lucía algo apagada por la calina.
Estaba ensimismado en la lectura y en la contemplación de las correrías de los pájaros, cuando de pronto me percato  que repicaban las campanas de la torre, de hecho llevaban un buen rato haciéndolo, pero no había reparado en ello. Y no lo había hecho sencillamente porque emitían un sonido anodino, simple, básico, sin transmitir absolutamente nada. Sonaban como las campanas de cualquier iglesia o ermita de las muchas que hay repartidas por nuestra geografía; un sonido carente por completo de personalidad.
No se que le ha pasado a las campanas de mi pueblo. Ese toque único, ese sonido distinto, armonioso, melódico y rítmico de sus repiques ha desaparecido. Ya no son las mismas campanas. Desconozco si se han cambiado o se han reparado, si se han fundido de nuevo; insisto, lo desconozco, pero ya no suenan igual las campanas de mi pueblo.
Aquel repique de fiesta, de algarabía, de jubilo, (que a mi me resultaba muy parecido al de las campanas de la Giralda), era un repique que emocionaba y hacia erizar el vello, pero este sonido actual de las campanas de El Pedroso es como sonido “enlatado”, vulgar y carente de identidad alguna. De esta forma suenan millones de campanas.
Ya no son las campanas de El Pedroso. Ya no son aquellas campanas que se oían desde Navalostrillos, Las Porrillas o Cañajerrá (Cañada Herrada como dirían los pijos), anunciando los días festivos o los días de luto. Aquellas campanas no son las que hoy lanzan al aire su soniquete. Aquellas que anunciaron a los cuatro vientos de la sierra días de patrona, bodas, canto de misas de curas paisanos, aquellas que los chiquillos ansiábamos tocar, aquellas ( como las golondrinas de Bécquer), aquellas… jamás volverán a sonar.
Es otro poquito de pueblo que se nos va, un trozo de nuestro mundo que muere como lo hizo la rivera, la feria de septiembre, los paseos por la Plaza o la sentadita en el atrio. Otra seña de identidad perdida.

Aspecto general de la torre de El Pedroso

jueves, 5 de mayo de 2011

ROMANICO Y PAISAJE (II)


EN ESTA SEGUNDA ENTREGA SALDREMOS DE LA LOCALIDAD DE AGUILAR DE CAMPOO Y VISITAREMOS ALGUNOS TEMPLOS DESTACABLES DE SUS CERCANIAS Y DE LOCALIDADES VECINAS.

Al pie de los farallones calizos de las Tuerces y bajo los restos de su castillo medieval, se asienta el escaso caserío de la pequeña localidad de Gama presidido por su coqueta parroquial dedicada al culto bajo la advocación de San Andrés. Este pequeño templo de San Andrés, de traza románica, ha sido objeto de restauración reciente, eliminando elementos añadidos y que nada tenían que ver con la obra original. Al parecer también se han eliminado unos árboles que impedían la vista del edificio desde el pueblo, dándole con ello una vistosidad y una grandiosidad de las que carecía.

Aspecto actual de la iglesia de San Andrés de Gama

En Olleros de Pisuerga, unos seis kilómetros al sur de Aguilar de Campoo, se encuentra, probablemente, la ermita rupestre más bonita de España. Bajo la advocación de los santos Justo y Pastor, apenas delata su presencia si nos es por una pequeña espadaña que corona la pared vertical de arenisca sobre la que está horadada la iglesia, y por un atrio adosado que cubre la puerta de entrada. Con orígenes difíciles de establecer en el tiempo, presenta elementos prerrománicos, como la sacristía, datables en torno a los siglos IX o X, al tiempo que, a pesar de ser un templo excavado, remeda la tipología de construcción románica del siglo XII. En sus alrededores se extiende una necrópolis de tumbas antropomorfas.. Su visita es imprescindible.

Aspecto interior de la iglesia rupestre de los Santos Justo y Pastor en Olleros de Pisuerga

Continuando hacia el sur, y en la margen izquierda del río Pisuerga, se asienta el monasterio benedictino de Santa Maria de Mave. Con orígenes vinculados a la política de repoblación y consolidación de territorios conquistados de la segunda mitad del siglo IX, ostentó, según algunos historiadores, gran poder en la zona, hasta que pasó a depender del Monasterio de San Salvador de Oña desde la fundación de este por el conde de Castilla Sancho García en el año 1.011. De propiedad particular, sólo la iglesia conserva factura románica, el resto del conjunto monacal fue reconstruido posteriormente y en la actualidad alberga una hostería.

Cabecera de la iglesia del convento de Santa Maria de Mave

En el monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo, en la localidad de Santibáñez de Ecla, podemos encontrar algún problema con las monjas que lo regentan a la hora de visitarlo. Hasta tres intentos he necesitado para poder acceder a su interior y hacer algunas fotografías. La primera vez estuve, junto con mi esposa, tres horas esperando que una monja nos acompañara en la visita, monja que nunca apareció. La segunda vez, como éramos solo dos personas, nos hicieron esperar a lo largo de toda una mañana hasta que el grupo fuera más numeroso; finalmente llegó otra pareja pero como ya era la hora de no se que, nos quedamos todos sin entrar. Por fin, en el tercer intento, logramos acceder al interior acompañados por una monja a la que tuvo que distraer constantemente mi esposa para que yo pudiera hacer alguna fotografía en condiciones. Que Dios les procure el cielo porque con estas actitudes el infierno ya lo tienen ganado. No entiendo como puede suceder esto cuando el edificio esta mantenido con impuestos de todos al ser Monumento Nacional.
Olvidémonos de las monjas y centrémonos en el conjunto monacal. Fundado en 1181 y consagrado en 1222, fue su primera abadesa la condesa Dª Mencía de Lara y gozaba del privilegio de horca y cuchillo con jurisdicción civil y criminal sobre once villas, tal y como evidencia el rollo de justicia que hay junto a la puerta de entrada. Lo más valioso del conjunto es sin duda alguna el claustro románico, declarado Monumento Nacional, con arquería que se sustenta sobre columnas con capiteles en piedra con motivos vegetales labrados, cada uno distinto de los demás, y en el que se pone de manifiesto la pericia y dominio de la técnica de los canteros que trabajaron en ellos.
La sala capitular y la iglesia son otros elementos destacables del recinto.

Columna bellamente labrada del claustro del monasterio de San Andrés de Arroyo

Escasos seis kilómetros separan el monasterio de San Andrés de Arroyo del pueblo de Moarves de Ojeda, donde se localiza un pequeño templo románico dedicado a San Juan en el que destaca por encima de todo su portada, la cual por si sola es merecedora de los más halagadores adjetivos.
El interior del mismo no lo he visitado pues estaba cerrado y no conseguí la llave por ningún lado, pero solo la contemplación de su portada merece la pena.. Coronada por un friso escultórico presidido por un majestuoso Pantocrátor acompañado, a derecha e izquierda, por un grupo de seis apóstoles enmarcado cada uno por pequeñas columnas, consiguiendo un conjunto de una hermosura y esplendor sin igual. Jamás puede imaginarse que una localidad tan pequeña y remota pueda albergar una obra de tanta magnitud, grandiosidad y belleza.

Pantocrátor de la portada de la iglesia de San Juan de Moarves de Ojeda

Si continuamos por la C- 627 en dirección a Cervera de Pisuerga y una vez superada la localidad de Olmos de Ojeda, a la derecha de la carretera, se encuentra la iglesia románica de Santa Eufemia de Cozollos, único vestigio actual de lo que fue el Real Monasterio de Frailas Comendadoras de Santiago y que se encuentra en manos privadas desde el siglo XVI al permutarlo sus propietarias por tierras en Toledo. Es una iglesia del siglo XII, de una serena y espectacular belleza, ubicada dentro del complejo de turismo rural denominado Granja Santa Eufemia.

Iglesia de Santa Eufemia de Cozollos

En Vallespinoso de Aguilar, pequeña localidad en las cercanías de Aguilar de Campoo, y encaramada sobre un risco, se yergue majestuosa la ermita de Santa Cecilia, declarada Monumento Nacional en el año 1951. Es una bellísima joya arquitectónica de finales del siglo XII, que destaca, entre otras muchas cosas, por su torre circular, lo que confiere cierto carácter épico y defensivo a la construcción.

Ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar

Santa Eulalia de Barrio de Santa Maria es un templo de nave única y singular belleza. Se localiza sobre una pequeña ladera en las afueras de la localidad de Barrio de Santa Maria, desde donde vigila en primer término al caserío, y al fondo los picos más destacables de la montaña palentina.
Santa Eulalia es una construcción pequeña, sin grandes ambiciones, pero de unas elegantes y correctísimas proporciones, que aún conserva en su interior un interesante conjunto pictórico decorando parte de sus muros. Tiene bellos capiteles, pero sobre todos destaca el dedicado al pecado original, que con seguridad, es uno de los elementos más destacables del conjunto arquitectónico.

Paisaje en Barrio de Santa Maria con las cumbres palentinas al fondo

Ermita de Santa Eulalia de Barrio de Santa María

San Salvador de Cantamuda se halla en la zona más al norte de la provincia de Palencia, entre Cervera de Pisuerga y Potes, limitando casi con la vecina Cantabria, en pleno corazón de la comarca de la Pernía, donde los robledales y los hayedos aúnan fuerzas para robarles espacio al praderío. Fue colegiata fundada por la Condesa doña Elvira de Castilla, y en torno a ella surgió la población a la que hoy da nombre. La construcción actual es de finales del XII o principios del XIII. Posee la espadaña románica más bella de todas las que he visto. Es un templo que obligatoriamente hay que visitar.

Aspecto de la colegiata de San Salvador de Cantamuda

En torno a San Salvador de Cantamuda se pueden disfrutar algunos de los rincones mas bellos de la montaña palentina: el nacimiento del rió Pisuerga o el puerto de Piedrasluengas, balcón que se abre a las vecinas tierras cantabras, harán las delicias del visitante.

Mirador del puerto de Piedrasluengas, con el bosque en primer plano y los Picos de Europa al fondo.

domingo, 6 de febrero de 2011

ROMANICO Y PAISAJE (I)


En el norte peninsular, en las estribaciones más orientales de la cordillera Cantábrica y donde esta, al sur, ya se confunde con el páramo, sobre un espacio geográfico que coincide básicamente con los territorios de la antigua merindad de Campoo, Las Loras-Alto Ebro y la actual comarca de Las Merindades, a caballo entre las comunidades autónomas de Castilla y León (Burgos- Palencia) y Cantabria, se localiza la mayor concentración de monumentos de arte románico de la península Ibérica.
Es este un territorio salpicado de eremitorios, ermitas, iglesia y monasterios que forman parte del paisaje, adaptandose a él, como si de un elemento orgánico del mismo se tratara. Un paisaje que no podría entenderse sin tan rica presencia monumental.
Este espacio aglutina a la perfección lo que podría denominarse la "tríada turistico rural", ya que en él se conjugan, y de que manera, los tres elementos que la definen: naturaleza, piedra (monumentos) y gastronomía.
Atraído por tal aseveración, inicié una ruta para visitar estas tierras desde el sur, por los dominios del Cerrato palentino, donde se puede visitar la iglesia visigótica de Baños del Cerrato, una de las joyas nacionales de este estilo arquitectónico.

Iglesia de San Juan de Baños. Baños del Cerrato. Palencia

Buscando hacia el norte la localidad de Aguilar de Campoo por la autovía A-67, es imprescindible la visita a la iglesia de San Martín de Frómista, en pleno Camino de Santiago. Es San Martín una iglesia de una elegancia y una belleza tales, que para muchos expertos es una de las obras cumbre del románico español del siglo XI.

Vista exterior de la iglesia de San Martín de Frómista. Palencia

Interior de San Martín de Frómista. Palencia

Antes de llegar a Aguilar merece la pena desviarse hasta la localidad burgalesa de Rebolledo de la Torre para visitar la iglesia de San Julián y Santa Basilisa. El templo actual es del siglo XVI y Monumento Nacional desde 1931, pero conserva, como único vestigio románico, una galería porticada de diez arcos de medio punto que destaca, entre otras cosas, por la belleza de los grupos escultóricos de sus capiteles.

Iglesia de San Julián y Santa Basilisa. Rebolledo de la Torre. Burgos

Es Aguilar de Campoo, localidad considerada la villa del románico, lugar ideal para establecer la base de operaciones o campamento base, que se asienta sobre un territorio enmarcado en plena montaña palentina, donde esta empieza a ceder, hacia el mediodía, paso a las planicies y en dirección a oriente va perdiendo cota sin remedio. En cada valle, en cada colina, en cada rincón de este territorio las edificaciones románicas proliferan como setas. Jamás podía uno pensar en encontrar tanto románico concentrado en tan reducido espacio territorial. Es tal la cantidad de edificios románicos, que solo me limitaré a enumerar y comentar los que más y mejor impresión me causaron, no por ello los no citados son de menor importancia o carecen de interés, pero hacer referencia a todos ellos haría interminable esta entrada al blog.

El río Pisuerga es la gran arteria vertebradora de este territorio palentino

En la localidad de Aguilar dos son, a mi entender, los edificios que destacan: el monasterio de Santa Mª la Real, que en la actualidad acoge las sedes de la Fundación Santa Mª la Real y del Centro de Estudios del Románico, y la ermita de Santa Cecilia, en la ladera del cerro que corona el castillo.

Claustro del monasterio de Santa Mª la Real. Aguilar de Campoo. Palencia

El primero de ellos se localiza extramuros de la ciudad, abrigado tras unas rocas, en la margen izquierda del río Pisuerga, y como otros muchos monasterios de la época tiene su origen en una leyenda temprano-medieval vinculada con el arte venatorio. Estuvo primeramente en manos cluniacenses para más tarde ser entregado por Alfonso VIII a premostratenses procedentes del monasterio de Retuerta y que habitaron el cenobio hasta la desamortización de Mendizabal. A diferencia de sus colegas del cister, estos no eran monjes sino canónigos y, parece ser, que no eran muy dados al trabajo manual, destacando sobre manera en la administración de tierras y rentas.
Sobre todo el conjunto monacal destaca el claustro formado por arcos ciegos apuntados que alojan, cada uno de ellos, tres arquillos de medio punto. Tiene un segundo cuerpo añadido posteriormente y que visto globalmente no desentona en exceso. En la iglesia se exponen imágenes y restos románicos de la zona "aderezados" con una iluminación a base de focos que proyectan sobre el recinto luces de los más variados y exóticos colores: desde un violeta, pasando por un rosa "merengón", hasta un azul caribeño o un amarillo chillón, dan al lugar aspecto de club de alterne o discoteca, obteniendo un resultado final de tan mal gusto que llega a molestar.

Aspecto discotequero del interior de la iglesia del monasterio de Sta. Mª la Real. Aguilar de Campoo. Palencia

Alberga también este monasterio una hospedería que viene recomendada en multitud de guías y folletos turísticos y que, particularmente, no recomiendo a nadie. Cuando mi familia y yo nos alojamos en ella, la suciedad hacía acto de presencia por todas partes, tanto en zonas comunes como en la propia habitación. Una comida lamentable, ratones jugando por los focos del techo y una camarera con unas manos necesitadas de aseo y uñas ennegrecidas que introducía, sin el menor reparo, en los platos que servía, eran la tarjeta de presentación del comedor.
Ermita de Santa Cecilia. Aguilar de Campoo. Palencia

La ermita de Santa Cecilia de Aguilar es un bello templo que solo permite su contemplación exterior, pues como otros muchos está cerrado a cal y canto. La torre es el elemento más destacable del conjunto y al parecer presenta capiteles de un gran valor escultórico que desde el suelo no pueden apreciarse con rigor. Forma junto al castillo una postal típica de Aguilar de Campoo.

Una de las imagenes representativas de la localidad palentina de Aguilar de Campoo. Sta Cecilia y el castillo al fondo