domingo, 3 de junio de 2012

PAISAJES DE LA JAROSA

La Jarosa es para el pedroseño algo más que un monte vecinal de titularidad pública. Representa, al margen del aspecto económico, una vía de escape, un espacio para el ocio y también un deleite para los sentidos. Pero este último aspecto es el menos cultivado de todos. Siempre que los pedroseños nos acercamos por La Jarosa, lo hacemos para darle una vuelta a las vacas o a las yeguas, buscar espárragos, cortar leña, pescar, etc., nunca nos percatamos de que en esta finca hay algo más.
La Jarosa encierra pequeños espacios y paisajes que, no por vistos o manidos, dejan de ser espectaculares, sobre todo cuando son contemplados desde una óptica o perpestiva diferente a la habitual. Luces, tonos, sombras, colores, formas, etc, modelan ambientes y escenarios que, extraídos del contexto del paisaje general de la finca y analizados individualmente, son dignos merecedores de los más altos y alagadores elogios.
En esta entrada pretendo mostrar, por medio de algunas imágenes inéditas, el esplendor que encierran algunos de estos rincones de La Jarosa y la belleza del paisaje que encarnan y simbolizan.

 Las cotas más elevadas de La Jarosa son las cumbres de los cerros de “Dos Hermanas” y de “Los Naranjos”, verdaderos miradores de la finca. En la imagen se puede apreciar, en una cálida tarde de primavera, la cumbre de “Los Naranjos” desde la cima de “Dos Hermanas”.

Este bosquete de alcornoques se encuentra en la umbría de "Dos Hermanas", y crece a ambos lados del arroyo que baja de la cumbre buscando el regajo de la "Enea".

 En medio de los acebuches y los bolos graníticos de las cercanías del toril viejo de la piara del "Chato", este alcornoque muestra la belleza de su tronco retorcido y descorchado bajo la calidez de las luces vespertinas.

 Sin competencia alguna, esta solitaria encina corona la cumbre del cerro de "Dos Hermanas". Desde allí, desde su atalaya, vigila impertérrita el paso del tiempo, aprovechando su altura para recibir y despedir las primeras y las últimas luces de cada día y ofrecer panorámicas como la de la imagen.

 Con la desaparición, en verano, de la vegetación herbácea, los tonos pajizos-amarillentos y terrosos dominan el paisaje, pero el cromatismo de los troncos descorchados, saturados con la luz del atardecer, imprimen una nota de belleza a rincones como el de la imagen, localizado donde, mirando ya al pantano, la umbría de "Dos Hermanas" quiere hacerse solana.

 El cielo parcialmente cubierto con nubes de tormenta reduce el contraste entre las altas luces y las sombras, logrando así una luz tamizada, suave y poco dura, alcanzando, con ello, un adecuado rango dinámico, tal y como muestra esta imagen del cerro de "Dos Hermanas" tomada desde el comienzo de la loma del "Cuadrejón Perdio”.

 En las cercanias del pilar de "La Joya" se encuentra uno de los grupos de encinas que, por su porte majestuoso, más llama la atención de toda la finca. La orientación de umbría en toda la zona, hace que los troncos, fuertes y robustos, esten permanentemente cubiertos de musgos y liquenes..

 Entre bolos graníticos, estos alcornoques le siguen ganando la partida a la vida, y por la tarde, cuando el sol ya cae por el horizonte, nos ofrecen espectáculos visuales como el de la imagen. Se localizan entre el toril viejo de la piara del "Chato" y el regajo de la "Enea".

Desde la loma del "Cuadrejón Perdio" se observa como el cerro de "La Tablilla" y "Las Majaillas" sobresalen por encima del nivel de las aguas del pantano; aguas que custodian, sumergidas en las profundidades del embalse, millones de vivencias de pedroseños que definitivamente quedarán atrapadas para siempre en la oscuridad insondable que un día cubrió esta porción de tierra pedroseña.

 Entre el zahurdon de "Los Peines" y "La Floria", el granito, como en muchas otras zonas de la finca, aflora a la superficie y con las primeras lluvias otoñales se tapiza de húmedo musgo, que junto al verdor insultante de la hierba recien nacida, dan al paisaje un aspecto propio de latitudes más norteñas..

En la curva grande del carril de "Los Cos", la que gira a la izquierda antes de llegar al puerto, se encuentra esta encina que milagrosamente se salvo de la máquina que construyó el camino y que resiste en pie al terraplen que la amenaza. Desde su ubicación enmarca, al fondo, el paisaje del "Cuadrejón Perdio".